Por César Vidal y Cristina Seguí.
La ideología de género se desmorona. A la vez, y sin descanso, publicamos en exclusiva otro secuestro institucional a una niña, el asesinato de una niña a manos de su madre, y la apertura en España de una nueva clínica para mutilar y hormonar niños, dirigida por un matrimonio condenado en Reino Unido. España se afianza como un paraíso para los corruptores de menores, pero a la vez, surgen más voces y crece una reacción más contundente contra los culpables.
Hablamos del caso de Olivia, una pequeña asesinada por su madre en Gijón, España, tras perder su custodia. Con más de 20 denuncias, ni un juez o fiscal decidieron actuar de oficio. Como un médico que decide amputar a un niño de 9 años por miedo a que le llamen tránsfobo, o un periodista con pánico a ir contra el argumentario feminista por no perder un bolo televisivo. Esos mismos periodistas llaman “suicidio ampliado” al asesinato de una madre a su hija. Sin embargo, no tienen el valor de hacerlo cuando se habla de desconectar a una persona con cualquier enfermedad degenerativa, a lo que llaman “muerte digna”.
Además, hablamos en exclusiva del caso de la menor C., quien fue robada del hospital por los servicios sociales y entregada a un cargo político LGTBI a pesar de que la niña tiene una madre y unos abuelos que nunca han renunciado a ella, y de que la menor no le ha sido concedida todavía en adopción. Les mostraremos quién es el adoptante, hasta ahora desconocido, quien alude a la pequeña, en todo momento, como un experimento o una herramienta para alcanzar un propósito de “normalización” del lobby. Ingeniería social en vena para beneficio, no de la menor, sino del colectivo.
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