27/11/22 - Por César Vidal y Cristina Seguí.
El “feminismo” siempre fue antipunitivista” no ve la violación como un crimen privado, sino como la manifestación de un “mal social”, que “nos atraviesa a todos”. Para ellas, el acto de violación es la manifestación o el síntoma de "un mal que es social", de "algo que anida en el inconsciente social". Una suerte de enfermedad colectiva de la cual el violador es el signo; las violadas y las asesinadas no son responsabilidad de un asesino o de un violador, sino "de una sociedad enferma y machista, de un sistema inmoral y corrupto y, por tanto, todo delincuente es en realidad otra víctima de la sociedad.
En ese sentido, la suelta de violadores y pederastas, o sus reducciones de pena como consecuencia de la aplicación de la ley del Sólo Sí es Sí, no son solamente consecuencia de la incompetencia, sino de la convicción ideológica y su desviación moral. Precepto de todos los referentes intelectuales e históricos que han precedido a las actuales feministas. Nunca habrían podido llegar tan lejos sin la cooperación de jueces, fiscales, y colegios de abogados doblegados por afinidad, miedo, o interés clientelar. Hoy vamos a hablar de todo ello demostrando de forma irrefutable, una vez más, que el feminismo es la carta de impunidad para delincuentes y criminales sexuales.
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