Por César Vidal y Cristina Seguí.
Otra misión del feminismo es llevar las reivindicaciones de la pedofilia a la praxis política y a la normalización social, mediante la acción de sus referentes intelectuales. La plasmación en políticas sociales de su propia degeneración experimentada en aquellos que no tienen voz ni recursos para pedir ayuda, aprovechando la pobreza de esos niños y sus familias, a los que el Estado, con la impunidad del feminismo y el presupuesto de sus consejerías de igualdad, les roban a sus hijos de los colegios sin tutela judicial.
En España, Valencia, analizando uno por uno los expedientes y resoluciones de desamparo contra familias sin recursos, firmados aún por altos cargos imputados en un asunto de encubrimiento institucional de abuso a una menor tutelada, advertimos un patrón: que los hijos arrancados a sus padres son dados en acogida a parejas LGTBI vinculadas clientelarmente a asociaciones del ente público directamente.
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